Renacer de viejas pasiones y muerte de vidas sencillas
No ha acontecido mucho desde la última vez que escribí y me daba un poco de hueva sacarme temas de la cola.
He andado tristona por esas usuales tormentas sentimentales (ya saben.."que sí que sí", luego "que no que no" y total que acaba en un "tal vez" que no resuelve nada...interprétenlo como quieran).
El jueves pasado mataron cobayos (o covallos...coballos, o covayos, o kovahllos, o como sea) en laboratorio. Me rompieron el corazón. Literalmente.
Armé todo un dengue en el salón, chillé, grité, discutí, pateé...y llegué a una conclusión desalentadora: A la gente no le importa. La gente siempre justificamos ("-mos" porque desgraciadamente yo también soy gente) todo el daño que hacemos. Si no es para que algo "avance", es porque nos creemos los salvadores de tal o cual cosa.
Quería creer en ellos....de verdad quería.
Ese mismo día también toqué el bajo; después de ocho meses de ganas latentes por fin volví a tocar. Y me encanta.
No tengo los dedos torpes como pensé que iban a estar, pero no me acuerdo bien de las rolas que me sabía; con la práctica volverán.
Hoy he escuchado nueve veces seguidas Dramamine de Modest Mouse, eso significan cuarenta y cinco minutos de escuchar lo mismo. No me cansa, me inspira.
Foto del Día.
Foto movida del techo de un pasillo comercial en el centro donde
venden remedios natu/mágicos, tomada en un día de pinta.