Thursday, December 28, 2006

Ay jijos!

¿Alguna vez han sentido química por los ojos? (nótese que no me refiero a ponerse gotas ni nada por el estilo).

Pues señores, señoras, calendarios y carneros:
Me ha pasado.
Me ESTÁ pasando.

Tanto que no me puedo concentrar. Tanto que empezaré a escribir idioteces (eso no es novedad). Tanto tanto que me pondré dos tapas de agua Bonafont en los ojos, cinta de aislar en la nariz y bailaré.
Tanto...que me voy.

Pero antes (para que esto no sea un desperdicio de espacio), les dejaré esto.
En gran parte para que vean que la persona que escribe...o dice hacerlo...en este lugar no se dedica únicamente a echar mierda a todo y a todos.
También hace cuentos caguengues.


Soun, o la Gallina de Cinco Patas

Soun, el Gran-Gato-de-Cola-de-Rayo, el Atizador-de-las-Montañas; estaba pasando hambre. No pescaba a Koi, el Resbaloso-Ser-de-Piel-de-Placas, porque el agua estaba congelada; no encontraba a Usagi, el Ágil-Corredor-de-Orejas-Estiradas, porque se confundía en la nieve; no cazaba a Nezu, el Tímido-Hurgador-de-Recovecos, porque se encontraba bajo tierra. No había ni pájaros, ni insectos ni nada.

Las tripas de Soun protestaban, la caza no mejoraba, y el invierno se hacía cada vez más duro. Un día, utilizando más su estómago que su cerebro, decidió visitar a Otoko, el Señor-de-las-Bestias-Mudas, el Poseedor-de-la-Pluma-Ardiente. Atravesó el bosque de sugis, subió una colina, y llegó al lugar donde habitaban los hombres.

En los territorios del Gran-Gato existían numerosas leyendas sobre la abundancia de alimento en las aldeas, pero jamás su vacío vientre se iba a imaginar tal cantidad de comida. Todo le parecía un manjar, desde los roedores hasta la mezcla que devoraban los cerdos.
Sabía que Otoko podía resultar muy peligroso si lo sorprendía robando en su casa, así que decidió esconderse hasta que pudiera salir sin problemas. Se agazapó detrás de una roca y esperó.

Esperó y el frío se hizo más intenso, esperó y los pájaros dejaron de cantar, esperó y el sol se acercó al horizonte, esperó y en el cielo aparecieron los agujeros de plata. Esperó, esperó y esperó.
Las patas se le entumieron, se le llenó el pelaje de copos blancos y la nariz le goteaba. De pronto, la Pluma Ardiente iluminó la choza del granjero y un delicioso aroma danzó en el aire. No pudiendo resistir más, Soun se deslizó hacia el territorio de Otoko.
Sigilosamente recorrió la granja y husmeó en todos los rincones. Se dio un festín con todo lo que le resultaba apetitoso. Comió tanto que sus cachetes se inflaron, sus patas no lo sostenían y aumentó tres veces su tamaño. Pero, a pesar de esto, al llegar al huerto de ciruelas la quijada casi se le disloca de la sorpresa.

Allá a lo lejos la tenue luz argentina dejaba ver la soberbia silueta de Gyu, el Emplumado-Manjar-Que-Expulsa-Huevos. Sus plumas eran anchas y no parecían ligeras, su cuerpo era rechoncho, y parecía esconder su cabeza bajo un ala. Era tan grande que parecía un perro mediano y, a pesar del intenso frío, se mantenía inmóvil, sostenido firmemente por sus cinco patas.

“¿Un lustro aplicado incorrectamente a los pilares que permiten la locomoción terrestre de un ave?” (Los gatos salvajes tienen una forma muy peculiar de hablar), se preguntó Soun. “Si dos veces un rollizo báculo de carne sirven para atestar mi demandante saco interior durante una carrera del áureo anillo coronado y del sereno disco blanquecino, con dos veces dos mas uno, y de esas conspicuas proporciones, seré capaz de cesar de hincar mis albugíneas estacas en miniatura en pitanza alguna durante varios amaneceres”.

Como la gallina parecía descansar y ser demasiado pesada para huir rápidamente, el Atizador-de-las-Montañas, a pesar de haber comido en exceso, se dispuso (torpemente) a cazarla. Avanzó unos pasos (el viento sopló), y se detuvo. Avanzó otra vez (la gallina no se movió) y se detuvo. Avanzó un poco más (partió una rama… Gyu no escuchó), y se detuvo. Avanzó hasta que estuvo a siete codos de distancia (sus patas ya no lo aguantaban) y finalmente saltó.

Se produjo un alboroto. En menos de un minuto lo que parecía ser el Emplumado-Manjar-que-Expulsa-Huevos, se convirtió en un caos de trapos y madera y el Gran-Gato se encontró envuelto en él. Otoko salió de su casa y pudo ver a Soun en su lamentable estado. El Atizador-de-las-Montañas trató de huir, pero el exceso de comida que llevaba en su vientre le impidió moverse velozmente, así que el Señor-de-las-Bestias-Mudas le pudo dar caza sin ninguna dificultad.


Foto del día:















Un gato blanco con beige en estado de coma encima de una camioneta blanca con gris.

4 Comments:

At 12:03 AM, Anonymous Anonymous said...

... si viste un pequeño número (1) en "comments" seguro estas aquí, pues detrás de cada (0) hay solo pensamientos no escritos, sigo leyendote...
Curiosidad
tengo
(mmmh sensación de déjà vu)

Demill

PD1...no comments (0)

 
At 12:51 AM, Blogger Enrique "Clyde" Montero said...

This comment has been removed by a blog administrator.

 
At 4:16 AM, Blogger Enrique "Clyde" Montero said...

This comment has been removed by a blog administrator.

 
At 9:22 AM, Blogger Nedjem said...

Ok, eso fue un tanto agresivo

 

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